quinta-feira, 19 de abril de 2007

MATÉRIA EM ESPANHOL - 2

http://www.alfayomega.es/estatico/anteriores/alfayomega334/iglesia_madrid/im_reportaje1.html

Diez años
de Cristoteca

El próximo 31 de diciembre se cumplen diez años de la adoración, la noche de los viernes, al Santísimo Sacramento (la «Cristoteca»), en el templo de la Renovación Carismática (calle Fomento, 13). La celebración de este décimo aniversario, abierta a todos, comenzará a las 17 h. con la Misa y exposición del Santísimo; a las 22 h., las personas que lo deseen llevarán algo de cenar para compartirlo en los salones; a las 24 h. recibirán el año nuevo cantando al Señor y rezando el primer Rosario de 2003, y a la 1,30 h., ya día 1 de enero, tendrá lugar la Eucaristía, continuando la Adoración el resto de la noche, hasta las 7 de la mañana, concluyendo con la Misa y el rezo de Laudes. Con tal motivo preguntamos a Carmen Rubio, una de los que iniciaron esta «Adoración»:
¿Qué es y cómo comenzó la Cristoteca?
La noche del 31 de diciembre de 1992, inicio del primer viernes de mes, comenzaba el Año Santo Compostelano y Eucarístico 1993. Yo era entonces responsable de las actividades en el templo de María Reparadora, cedido a la Renovación Carismática, e hice una llamada a los grupos de Renovación para pasar esa noche en adoración. Estuvimos cuatro personas. Con una pobreza extrema y mucho frío comenzó nuestra querida Cristoteca. Hacía frío en el cuerpo, pero el alma nos ardía y las horas de la noche se convirtieron en un minuto. Sentíamos un profundo gozo, y percibí en mi interior que el Señor quería esa adoración todos los primeros viernes de mes. Me parecía una empresa dificil, pero al mes siguiente llamé a un sacerdote de Toledo, y aquella noche, ya del primer viernes de febrero, vino mucha gente de los grupos de la Renovación; el sacerdote nos dijo que el Señor y la Virgen querían esa adoración todos los viernes: eso ya me pareció punto menos que imposible, máxime conociendo nuestras carencias. Hoy digo: ¡ Para Dios nada hay imposible! ¡Celebramos 10 años! Algunos de aquellos primeros adoradores integramos después la Confraternidad Carcelaria, y las noches de los viernes junto al Señor han sido fuente de muchas gracias en nuestro apostolado en la cárcel; y no es infrecuente la presencia en esta Adoración de presos con permisos, acogidos el fin de semana en nuestras casas.
Consiste en estar con Jesús. Yo veo esta adoración como si Él se pusiera el batín y las zapatillas, sentado con nosotros, sin protocolos, amándonos. No hay ninguna comodidad. Hasta hace pocas semanas no hemos tenido calefacción. El cuerpo se resiente, pero el alma tiene ese calor del amor de Cristo. Nunca es igual: se rezan las 4 partes del Rosario, se intercede por todo el mundo, cantamos y alabamos al Señor. Todo según el Espíritu Santo nos mueve. Al amanecer, se reserva el Santísimo y se celebra la Misa, con el rezo de Laudes. Al salir a la calle, ya abierta alguna Cafetería, desayunamos juntos.

¿Qué dones y qué frutos destacaría en estos diez años ininterrumpidos de la Cristoteca?
Sabiduría, fortaleza, perseverancia, piedad, fidelidad, amor a la Iglesia. ¿Frutos? Mucho amor a los pobres y de manera especial a los presos. Ellos fueron quienes le dieron el nombre de Cristoteca. El viernes noche, ¿no va la gente a la discoteca? Pues bien, uno de ellos dijo una noche: «He cambiado la discoteca por la Cristoteca».

¿Qué ha significado en su vida?
Yo lo llamaría, remar mar adentro, como dice el Papa Juan Pablo II. Hace 25 años, mi vida cambió en los grupos de la Renovación Carismática. Tuve un encuentro personal con Cristo. Estaba muerta y resucité. Durante estos años el Señor me ha llevado a evangelizar a muchos sitios. De una manera especial a la cárcel, a través de Confraternidad Carcelaria. Pero siento que lo más importante de mi vida son las horas de la noche de los viernes, medio dormida, medio despierta, sentada en el suelo, a veces echada. Ahí, siento cómo puedo estar con todo el mundo y ayudar a todos. Todas las personas que vienen son muy sencillas. El Señor las va trayendo como Él quiere, sin orden establecido de preferencia. Cuando el entonces obispo auxiliar de Madrid, monseñor Javier Martínez, vino a presidir la Eucaristía del primer aniversario, nos dijo en la homilia: «Ésta es la gracia más grande que Dios ha dado a la Iglesia en Madrid este año (1993), no dejéis que se apague, pero tampoco lo forcéis creándoos obligaciones, que sea Él quien la sostenga». Así ha sido. Durante estos 10 años, la noche del 31 de diciembre ha habido Cristoteca, además de todos los viernes del año, en invierno y en verano, unas 500 horas anuales de adoración, sin faltarnos un sacerdote para tener siempre la Eucaristía y la predicación de la Palabra, y todo como gracia, no como mérito de nadie.

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